viernes, 15 de abril de 2016

Sadness

Divisé entre mis pensamientos el deseo palpitante de comer algo dulce, lo que me hizo concentrarme en un sólo objetivo, encontrar una tienda en donde comprar dulces, así que coloqué mis audífonos y entré en mi Tsukuyomi en donde yo controlo todo... lleno de mis pensamientos más profundos y recuerdos inapagables, donde llovía y cada gota era un momento perdido y cada paso era una decisión nunca tomada, escuchando canciones de lo menos tristes, aún así, era lo contrario a su pensamiento, en sus zapatos negros se vislumbraban unas gotas caídas del cielo, cuando menos se lo esperó, empezó a llover. Debidamente colocó su capucha en su cabeza para tener un aspecto más apagado, eso pensarían los demás, sólo deseaba adentrarse más en sí mismo y en su deseo incontrolable de dulce, dios, quería una jodida galleta.

La luz blanca estática que cubría todo el lugar era un incesante dolor en las débiles pupilas mías, así que permanecí inmóvil frente a la estantería donde por fin conseguiría mi galleta.
— Cómo es posible... que haya caminado hasta aquí y no haya ni una jodida Oreo — enfurecí al instante y decidí tomar unas Chips A'hoy justo frente a mí, invadí el espacio de la estantería con mi mano y arrebaté con desdén el paquete de 12 unidades que traía, dí fuertes zancadas hacia la caja registradora y allí se encontraba en reposo una linda chica caucásica de pelo castaño y ojos claros, causó una sensación de inconformidad al verla tan distraída, cómo si estuviésemos conectados al mismo universo, cómo si fuese mi contraparte femenina. Coloqué mi índice y medio en su entrecejo y mi pulgar en la punta de su nariz. Regresó en sí cuando sintió mi toque. y con cierta delicadeza y timidez me dijo el precio del producto, sentí que mi cabeza explotaría, el empaque estaba roto, y decidí volver y cambiar el paquete por otro más.

Nunca había sido tan observador ni tan atento, siempre fui alguien apagado y sin sentir nervios por los acontecimientos de la vida, cuando fui a devolver el paquete y tomar otro, ví al fondo, un paquete de Oreos, Tal vez sí hubiese mantenido la cabeza fría lo hubiese encontrado rápidamente, en fin, tomé el empaquetado y me recordó lo mucho que sufrí, lo mucho que dolió, lo mucho que me daña saber que no todo es para siempre.

Digamos que nunca sabemos el mañana, el futuro, ni bien el pasado, desde todos los puntos de vista, nadie sabe nada que otro no sepa, así pensé... mierda, tal vez sí nunca hubiese iniciado esa conversación, todo habría sido diferente, en vez de buscar otras cosas decidí quedarme porque era lo que quería. El futuro de alguien no está escrito ni hecho, obviamente, el destino no existe y todo es acto de una consecuencia de igual importancia... sin embargo, yo siempre quise asumir que éstos eran errores, cuando estaba con algo más que mis audífonos.

Siempre quise repararlo todo de un momento a otro, y cuando pensé que lo hacía, sólo estaba más equivocado aún.

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